viernes, 11 de septiembre de 2009

A la orilla de un lago




Robar imágenes es inevitable, lo único que me ayuda a expiar en parte esa culpa, es el hecho de querer dignificar siempre a los protagonistas de mis fotos con los relatos y los espacios que utilizo para ubicar las fotografías, pero subyace de todas formas esa sensación de sentir que uno roba un trozo de tiempo vivido al otro que se cruza delante de mi objetivo.

Pero esa sensación lejos de ser una carga, a mí me motiva a ser responsable plenamente de lo que hago con mi trabajo, la manera que lo muestro y las historias que cuento. Porque una sola foto no cuenta una historia, pero sí nos puede sintetizar el mejor momento de esa historia.

Isla llepo, otra vez. A la orilla del lago Budi. Acababa de llegar con mi mochila, mi cámara y mi trípode. Era la hora después de almuerzo, cuando el sol comienza a inclinarse resaltando la textura de las cosas que se ve magnificada en el agua con vegetación lacustre. El niño miraba el agua desde el bote. Yo lo miraba a él desde lejos con un 300 mm, pero antes del disparo "el ladrón" quedó al descubierto y en esa ligera mirada volví a replantearme: ¿para qué hago este trabajo?.



“La cámara es mi herramienta . A través de ella doy una razón a todo lo que me rodea"
(André Kertész)


foto: Lago Budi - Niño en un bote junto a su padre © nigromancia 2008

1 comentario:

Daniel dijo...

Me has impresionado con la calidad de tus trabajos y con los complementos -textos. historias, poesías- que significan u valor agregado a tu calidad.
Excelente todo lo que pude apreciar.
Mis felicitaciones.