miércoles, 7 de julio de 2010

Sombras en el tiempo...



Lo que ven nuestros ojos y lo que registran nuestras cámaras es sólo el reflejo de la luz sobre las cosas. Esta ausencia y presencia de luz le confiere a la fotografía un enorme poder para objetivar la realidad huidiza, ya que es el propio reflejo de lo retratado, lo que finalmente dibuja su imagen, reteniendo en un pequeño rectángulo toda la intensidad de una fracción de segundo, de una vida y un momento que no volverán a repetirse.

Este juego de luces y sombras es interpretado por nuestros sentidos, nuestra percepción visual, como una unidad, una estructura reconocible que nos referencia al mundo externo, un espacio compuesto por infinitas vivencias, sensaciones, recuerdos, rostros, objetos, rituales, familia, y todo lo que puede caer en una sola vida, vida que cada instante se diluye en algo que solemos llamar "tiempo".

Es quizás aquí donde radica la principal magia de la fotografía, en la capacidad de traernos un mundo que ya no existe, un tiempo extinto donde el referente mismo puede haber desaparecido y que a través de una imagen nos comunique con emociones y pasiones evaporadas en nuestros recuerdos, como el arte de la nigromancia que nos trae a los ojos y el corazón el ser de lo que ya no es...



"La memoria no guarda películas, guarda fotografías"
(Milan Kundera)

Fotografía: Lima - Sombras contra el piso © nigromancia 2010